El Rol de la Disociación en el Abuso Sexual Infantil

La disociación es un fenómeno complejo y, en muchos casos, poco comprendido que juega un papel fundamental en la forma en que las personas procesan y recuerdan experiencias traumáticas. En el contexto del abuso sexual infantil (ASI), este mecanismo puede servir como una estrategia de supervivencia, pero también generar dificultades significativas en la regulación emocional, la identidad y el funcionamiento cotidiano. En este artículo, exploraremos los aspectos neurobiológicos y psicológicos de la disociación, su impacto en la memoria y su implicación en el tratamiento clínico del trauma complejo.

La Disociación como Mecanismo de Supervivencia ante el Trauma 

Cuando una persona atraviesa una experiencia extremadamente estresante o traumática, como el abuso sexual infantil, su sistema nervioso puede activarse de forma intensa, oscilando entre estados de hiperactivación (hiperarousal) e inhibición extrema (hipoarousal). La disociación emerge en este contexto como una respuesta adaptativa que permite al individuo desconectarse de la realidad inmediata para evitar el sufrimiento emocional y físico.

Desde una perspectiva psicológica, la disociación puede manifestarse de diversas formas, como la fragmentación de la memoria, la despersonalización (sensación de extrañeza respecto al propio cuerpo o identidad) y la desrealización (percepción alterada del entorno). Estos fenómenos pueden persistir a lo largo del tiempo, interfiriendo con la capacidad del sobreviviente para procesar sus experiencias y construir una narrativa coherente sobre sí mismo y su historia.

Academia Internacional de

Psicología Integrativa

Neurobiología de la Disociación: Entre la Fragmentación y la Supervivencia


El Papel de la Corteza Prefrontal y la Amígdala.

La disociación tiene una base neurobiológica bien documentada. En situaciones de trauma, la amígdala, que actúa como un detector de amenazas, se sobreactiva, desencadenando respuestas de lucha, huida o congelamiento. Al mismo tiempo, la corteza prefrontal derecha, encargada de la regulación emocional y la toma de decisiones, puede experimentar una inhibición funcional, dificultando la integración de las memorias traumáticas en un relato consciente y organizado.

Este desbalance en la actividad cerebral explica por qué muchas personas con antecedentes de abuso sexual infantil presentan dificultades para recordar detalles de los eventos traumáticos o experimentan recuerdos intrusivos fragmentados. Además, la incapacidad para regular las respuestas emocionales puede perpetuar estados de desconexión o hiperactivación crónicos.

 

Hiperarousal e Hipoarousal: Estados de Desregulación.

El trauma severo puede generar una oscilación entre estados extremos de activación y apagamiento del sistema nervioso:

  • Hiperarousal: Se caracteriza por un estado de hipervigilancia, ansiedad intensa, irritabilidad y dificultades para relajar el cuerpo y la mente. Este estado está mediado por una hiperactividad de la amígdala y un sistema nervioso simpático constantemente activado.
  • Hipoarousal: Ocurre cuando la respuesta de lucha o huida no es posible y el sistema parasimpático, a través de la rama vagal dorsal, induce una sensación de colapso o desconexión. La persona puede sentirse emocionalmente entumecida, fatigada o disociada de su entorno.

La disociación suele actuar como un puente entre estos estados, permitiendo que el organismo escape temporalmente del sufrimiento, aunque con consecuencias a largo plazo en la regulación emocional y la percepción del yo.

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Disociación y Memoria: Entre la Compartimentalización y la Amnesia. 

Uno de los efectos más significativos de la disociación en el contexto del abuso sexual infantil es la alteración de la memoria. Este fenómeno se puede presentar de diversas maneras: 

  • Compartimentalización: Las memorias traumáticas se almacenan de manera separada del resto de la experiencia autobiográfica, impidiendo su acceso consciente en la vida cotidiana.
  • Amnesia Disociativa: Algunas personas pueden experimentar una incapacidad total o parcial para recordar eventos traumáticos. Este tipo de olvido no es una simple falla en la memoria, sino una estrategia neurobiológica para proteger al individuo del impacto emocional del trauma.
  • Detachment (Desapego): Se manifiesta como una sensación de extrañeza respecto a uno mismo, los demás o el mundo exterior, dificultando la conexión con la realidad presente.

El tratamiento de la disociación implica estrategias terapéuticas que permitan recuperar el acceso a estos recuerdos de manera segura, sin reactivar la angustia emocional extrema.

 

Abordajes Terapéuticos para la Disociación y el Trauma Complejo

 El tratamiento de la disociación en sobrevivientes de abuso sexual infantil requiere un enfoque integrativo que aborde tanto los aspectos psicológicos como neurobiológicos del trauma. Algunas estrategias efectivas incluyen:

  •  EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares): Ayuda a integrar recuerdos traumáticos de manera segura, reduciendo la carga emocional asociada.
  •  Terapias Somáticas: Intervenciones como el Somatic Experiencing facilitan la reconexión con el cuerpo y la autorregulación emocional.
  •  Internal Family Systems (IFS): Un modelo terapéutico que trabaja con las diferentes “partes” internas de la psique, incluidas las que han desarrollado estrategias de disociación para la supervivencia.

 La relación terapéutica juega un papel crucial en el proceso de sanación, ya que proporciona un espacio seguro donde el paciente puede comenzar a reconstruir la confianza en sí mismo y en los demás.

 

Conclusión

La disociación es un mecanismo de protección que permite a las personas sobrevivir experiencias traumáticas devastadoras, pero que, a largo plazo, puede interferir con la regulación emocional y la integración de las memorias traumáticas. Comprender su función y su impacto es fundamental para diseñar estrategias terapéuticas que faciliten la recuperación de los sobrevivientes de abuso sexual infantil. Un enfoque integrativo que aborde tanto los aspectos psicológicos como neurobiológicos del trauma permitirá no solo reducir los síntomas, sino también ayudar a los pacientes a reconstruir su identidad y bienestar emocional de manera profunda y sostenible.

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